Algunas claves para trabajar como azafata en Santiago y Galicia

trabajar como azafata, organizacion congresosEl post de esta semana tiene una vocación especialmente didáctica. No vamos a desentrañar lo que está por venir ni nos pondremos a analizar los dispositivos o aplicaciones que pueden hacer nuestra tarea en congresos y eventos más agradable. Hoy daremos claves sobre algunas de las cualidades necesarias para trabajar como azafata o auxiliar de congresos y eventos.

Ya saben, por si están pensando en dar el paso.

Para elaborar esta información, hemos contado con la inestimable colaboración de la directora de esta casa, Ana Trevisani. Su larga experiencia en la formación de jóvenes y su contrastada experiencia profesional la convierten en la mejor fuente posible. Los aciertos de esta entrada son suyos y los errores, si los hubiese, son nuestros.

El valor reside en la actitud, más que en la aptitud: «Las rutinas necesarias para realizar el trabajo se pueden aprender pero quien quiera dedicarse a esto tiene que ser responsable, educado y profesional«. Se trata de un trabajo que nos expondrá durante bastantes horas a un público que variará muchísimo de un evento a otro. Por tanto, la inteligencia social y emocional, la capacidad de adaptación y la proactividad son cualidades que deben destacar.. La técnica de realizar  lo concreto se aprende con el paso del tiempo y un poco de formación,  pero la iniciativa es algo casi innato.

Las azafatas y azafatos son una parte de un equipo, no maniquíes: «Hubo un momento, hace 25 años, que sí se veía a las azafatas como chicas guapas y listo. Menos mal que esto está más que superado. La realidad es que una azafata o azafato son una parte fundamental de apoyo de un equipo que trabaja durante meses para la organización de un evento. Son los brazos ejecutores que ayudan al desarrollo del directo«. El mito de que hay que tener unas determinadas medidas, ser más o menos fotogénico se viene abajo en el día a día. Lo que importa es ser resolutivo, operativo y con una buena actitud de cara al público.

Es un trabajo, no el País de Nunca Jamás: «Antes el perfil sí era muy concreto: venían chicas muy jóvenes que querían compaginar los estudios con un trabajo pero hoy en día, quizás también por la situación laboral, trabajan con nosotros gente desde los veinte hasta los treinta e incluso cuarenta«. No existe un canon previo, más que las cualidades necesarias que describimos antes y, claro está, una presencia adecuada.

Ni es exclusivo para mujeres: «Al principio sí lo era, pero tenemos el orgullo de decir que fuimos la primera agencia que contrató hombres. Este trabajo no tiene que ver con la talla que uses ni con tu orientación sexual». Se valora aportar conocimientos básicos de informática, algún idioma extra o el carné de conducir.

Las azafatas aprenden de Bruce Lee, be water, my friend: «Nuestros clientes valoran la resolutividad, la capacidad de comunicar, el trato que se les da y la capacidad de gestión que tengan.  Los azafatos o auxuliares de Relaciones Públicas deben tener siempre por tanto una “doble piel». Una semana puedes dedicarte a un evento político y a la siguiente a uno de carácter comercial y a la próxima, uno artístico. Públicos diferentes, con lenguajes diversos que necesitan y esperan que todo vaya rodado. No vale vaguear, ni hacer mohines o no proporcionar la correcta comunicación. Además, todo tiene que ser al momento: aunque se haya preparado durante semanas, el trabajo sucede al instante y hay que estar alerta y con reflejos. Un azafato siempre sabe, siempre soluciona y sino encauza la solución concreta .

Es un trabajo que se valora en los currículum: «No hay nadie que haya pasado por aquí sin pedir una carta de recomendación. Ahora son médicos, abogados, ingenieros, cargos políticos, diseñadores gráficos o empresarios«. Al ser un trabajo que exige habilidad, reflejos, disciplina y trabajo en equipo, es un punto muy a favor a la hora de elaborar un currículum atractivo en cualquier campo profesional.

Y como recurso final, una persona que sea parte de un equipo organizador de eventos, ante una situación algo complicada, hay que recurrir al «un momentito por favor» y preguntar a alguien antes de meter la pata.

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