Comunicación no verbal para eventos públicos
Las primeras borrascas de la temporada alcanzan Santiago y nos recuerdan dos cosas: la primera, el verano 2015 ya puede ocupar su lugar en el baúl de los recuerdos; la segunda, que comienza la época con más congresos y eventos del año. Hemos dedicado varios post del blog a ocuparnos de aspectos logísticos que rodean a un evento y a avances que la tecnología provee para hacer de estas reuniones comerciales un momento reseñable que aporte información valiosa pero ¿qué pasa con los exponentes, cómo pueden mejorar la efectividad de sus ponencias? Escribimos sobre comunicación no verbal para eventos.
La comunicación no verbal comprende un gran rango de gestos faciales que podemos expresar sin darnos cuenta, cómo colocamos nuestros brazos o cuál es la postura de nuestras piernas, sean posturas conscientes o casuales. Incluso está en el tono de voz que empleamos para dirigirnos a nuestro público. Estas pequeñas informaciones reunidas causan una impresión en la audiencia que atiende a nuestra exposición, así que podemos utilizarla para que juegue a nuestro favor. Se trata que la naturalidad en la apostura y la seguridad en el tono que empleemos refuercen el mensaje que queremos transmitir.
Contacto visual: es importante que mantengamos un contacto visual con el auditorio al que nos dirigimos. Los ojos revelan parte de nuestro ánimo y confianza a la hora de comunicar ideas. Aún así, no debemos buscar un contacto visual forzado, ni mirar detenidamente a una o dos personas. Lo mejor es mirar sucesivamente a diferentes personas de la sala entre 3 y 6 segundos en dirección al tercio superior del cuerpo de nuestro público, esto es, desde los hombros hacia arriba o lo que en lenguaje cinematográfico se conoce como primer plano. Es importante que nuestra mirada no refleje gestos brusco; por ejemplo, si vemos a dos personas que hablan entre ellas mientras exponemos, no debemos dejar que se refleje en un mohín de desagrado.
Gesto facial: lo más relajado posible. Por supuesto, no arquear las cejas o fruncir el ceño; aunque esto no quiere decir que tengamos que mantener un ritcus de seriedad durante la exposición. Un pequeño truco para poner un gesto relajado y natural antes de comenzar a hablar: soltamos la tensión en las mandíbulas, que los dientes superiores e inferiores no se toquen y coloca la lengua en el paladar. Ésta es nuestra cara relajada, a partir de aquí ya podemos comenzar nuestra exposición. Cuando nos presentemos a la audiencia no debemos olvidar sonreír. No se trata de reírnos hasta que se nos vea la campanilla sino que una ligera sonrisa en un rostro relajado aportará esa tranquilidad y sencillez que ayudará a conectar con los asistentes.
Brazos y manos: en ningún caso debemos estar con los brazos cruzados o con ellos rígidos pegados al cuerpo. Si la presentación cuenta con un atril, podemos apoyarlos desde el codo. Las manos son un aliado: una gesticulación comedida puede ayudar a enfatizar algunos puntos de vista que consideremos de interés para la audiencia.
Postura: con postura nos referimos a cómo está nuestro cuerpo mientras estamos hablando, ya sea de pie, sentados o dando un pequeño rodeo. Si vamos a hacer una presentación de pie o dando pequeños paseos, es importante que nos mantengamos bien erguidos. Ojo, decimos erguido, no tiesos como un tablón. El truco para conseguir una postura erguida y natural está en los hombros: cuanto más los desplacemos hacia atrás, lejos del pecho, más erguidos estaremos. Si hacemos una exposición sentados, es mejor que evitemos cualquier tipo de tics que denoten nerviosismo.
Indumentaria: cada sector profesional tiene su propio código de vestimenta. Eso sí, si vamos a exponer delante de un público hay un consejo común: evitar el uso abusivo de complementos, y esto es válido tanto para hombres como para mujeres. Nada distrae más que el efecto “árbol de Navidad”.
Y hasta aquí estas breves indicaciones. Esperamos que tengáis mucho éxito en las exposiciones ahora que llega el otoño y el tiempo de congresos.